REFORESTACIÓN
La reforestación es una operación
destinada a repoblar zonas que en el pasado histórico reciente 50 años
aproximadamente, estaban cubiertas de bosques que han sido eliminados por
diversos motivos, dentro de los cuales se puede mencionar la explotación de la
madera para fines industriales y/o para consumo como plantas, ampliación de la
frontera agrícola o ganadera, ampliación de áreas rurales, incendios forestales
bien sean intencionales, accidentales o naturales.
Para la reforestación es recomendable utilizar especies autóctonas, pero
también se pueden utilizar especies importadas, generalmente de crecimiento
rápido. Las plantaciones y la reforestación de las tierras deterioradas y los
proyectos sociales de siembra de árboles generan resultados positivos, por los
bienes que se producen y por los servicios ambientales que prestan.
La reforestación
aporta una serie de beneficios y servicios ambientales, ya que al restablecer o
incrementar la cobertura arbórea se aumenta la fertilidad del suelo y se mejora
su retención de humedad, estructura y contenido de nutrientes (reduciendo la
lixiviación, proporcionando abono verde y agregando nitrógeno, en el caso de
que las especies utilizadas sean de este tipo).
La siembra de árboles estabiliza los suelos, reduciendo la erosión
hidráulica y eólica de las laderas, los campos agrícolas cercanos y los suelos
no consolidados como las dunas de arena. La cobertura arbórea también ayuda a reducir el flujo rápido de las aguas de las
lluvias, regulando de esta manera el caudal de los ríos, mejorando la
calidad del agua y reduciendo la entrada de sedimento a las aguas
superficiales.
Debajo de los
árboles las temperaturas más frescas y los ciclos húmedos y secos moderados
constituyen un microclima favorable para los microorganismos y la fauna; ayuda
a prevenir la laterización del suelo. Las plantaciones tienen un efecto
moderador sobre los vientos y ayudan a asentar el polvo y otras partículas del
aire. Al incorporar los árboles a los sistemas agrícolas pueden mejorarse las
cosechas gracias a sus efectos positivos para la tierra y el clima.
Por otra parte la reforestación produce sensibilización ambiental, ya que
impulsa
la acción ciudadana en defensa del medio ambiente, participando en acciones
forestales, sensibilizando a la población, incentivando la participación social
y promueve la educación ambiental.
Como ciudadanos
nuestra contribución con el medio ambiente es pensar en el futuro, reforestar
los bosques con árboles de la misma especie. El mundo de hoy no es lo mismo que
era hace unos cuantos años. El clima está cambiando, la vida misma se ha visto
expresada de otras formas, muchas especies han desaparecido de la faz de la
tierra en los últimos 50 años y si no pensamos en la conservación de los
bosques y de quienes las habitan en pocos años nuestro planeta estará desierto
y agotado.
El mundo hoy por
hoy está enfermo por la contaminación y son los árboles quienes nos pueden
ayudar a combatir este flagelo que ha causado el hombre con el pasar de los
años. Las talas indiscriminadas, las quemas y los incendios forestales han
nublado la visión del hombre. Estamos a punto de vivir una catástrofe que
perjudicaría no solo a los que habitamos hoy en día en el planeta, sino también
a nuestras generaciones futuras.
Todos los seres
vivientes, animales, plantas y seres humanos necesitamos dos cosas para vivir:
agua y oxigeno, estos dos elementos no existirían sin la presencia de los
árboles, ellos toman del aire las impurezas y las transforman en aire
consumible, son los pulmones del mundo.
Los ríos que
surten de agua a las poblaciones y alimentan con su frescura a los océanos
reciben de los árboles y la vegetación la protección suficiente para llevar a
cabo su cometido, trabajan en equipo.
Los árboles son
imprescindibles para la vida en la tierra, además de proporcionarnos infinidad
de productos son la clave para la regulación del clima a nivel mundial.
Albergan numerosas especies en flora y fauna contribuyendo a la conservación de
la biodiversidad, actúan como almacenes de carbono controlando así el efecto
invernadero, retienen los suelos disminuyendo así la erosión y la
desertificación, favorecen la fertilidad agrícola y regulan el ciclo
hidrológico entre otros beneficios.
El plantar un
árbol es un grano de arena que se aporta para tener un mejor lugar para vivir.
No es labor de una sola persona sino de todos, es por esto que debemos tomar
conciencia de que los seres humanos dependemos del oxigeno, por lo cual debemos
cuidarlo si queremos respirar un aire de calidad.
ROSALIO
A. TORREALBA T.
C.I:
15.083.412
2DO
AÑO DE CONTADURÍA SECCIÓN 2
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